V. LA COSTA DEL SILENCIO
Pasaron muchas lunas, y yo cada vez estaba más impregnado del magnetismo de aquella singular mujer. Aún siendo cautiva de los españoles, no albergó nunca odio o rencor hacia nosotros, pero tampoco abrazó el cristianismo como hicieron otras. Ella no entendía el afán de Hernán Cortés por invadir y dominar Tenochtitlan, capital de imperio Azteca. Azaak aseguraba que la tierra, las nubes y las montalas pertenecían a quién supiera vivir en comunión con ellas, no utilizarlas como plataforma de crecimiento personal, venganza o abuso. En las muchas noches que pasé, hechizado, escuchando preciosas historias que me contaba, empecé a comprender lo que me queria enseñar.
Vosotros -me dijo- utilizáis el mar para alimentaros y para viajar por él, pero jamás lo cuidáis. Y el mar como ser vivo que es, necesita amor y atenciones, al igual que el río o el árbol. Ayer escuché al viento y me advirtió que dentro de muchas lunas, cuando tengáis barcos que no necesiten al hermano viento para desplazarlos, el mar sufrirá una enfermedad de tal gravedad que si no lo remedia el hombre blanco, morirá de pena y de suciedad. Y la madre naturaleza os castigará por ello.
A las puertas de Tenochtitlan, mientras la luna iluminaba nuestras caras, Azaak alumbró mi alma contándome la profecía que según ella ocurriría en nuestra Galicia dentro de muchos, muchos años...
El Mar escupía un lamento
Ten tenue que nadie lo oyó
Era un dolor de tan adentro
Que toda una costa murió
Llora lamentos la nube que enfermó
Y escribe espantos en la arena el dolor
Arrulla el miedo a un delfín que bebió
De un agua negra, su suerte emigró
Ven, quiero oír tu voz
Y, si aún nos queda amor,
Impidamos que esto muera
Ven, pues en tu interior
Está la solución
Se salvar lo bello que queda
Donde se acomoda la usura
Nace la ambición y el poder,
Y este germina en la tierra,
Que agoniza por interés
Y una gaviota cuentan que decidió
En acto suicida inmolarse en el sol
Ríe desprecios un barco que encalló
Y se desangra en su lecho la mar
Hagamos una revolución
Que nuestro lider sea el sol
Y nuestro ejercito sean mariposas
Por bandera otro amanecer
Y por conquista comprender
Que hay que cambiar
Las espadas por rosas
Mientras te quede aliento
Ve a buscar con el viento
Ayuda, pues apenas queda tiempo.
Vosotros -me dijo- utilizáis el mar para alimentaros y para viajar por él, pero jamás lo cuidáis. Y el mar como ser vivo que es, necesita amor y atenciones, al igual que el río o el árbol. Ayer escuché al viento y me advirtió que dentro de muchas lunas, cuando tengáis barcos que no necesiten al hermano viento para desplazarlos, el mar sufrirá una enfermedad de tal gravedad que si no lo remedia el hombre blanco, morirá de pena y de suciedad. Y la madre naturaleza os castigará por ello.
A las puertas de Tenochtitlan, mientras la luna iluminaba nuestras caras, Azaak alumbró mi alma contándome la profecía que según ella ocurriría en nuestra Galicia dentro de muchos, muchos años...
El Mar escupía un lamento
Ten tenue que nadie lo oyó
Era un dolor de tan adentro
Que toda una costa murió
Llora lamentos la nube que enfermó
Y escribe espantos en la arena el dolor
Arrulla el miedo a un delfín que bebió
De un agua negra, su suerte emigró
Ven, quiero oír tu voz
Y, si aún nos queda amor,
Impidamos que esto muera
Ven, pues en tu interior
Está la solución
Se salvar lo bello que queda
Donde se acomoda la usura
Nace la ambición y el poder,
Y este germina en la tierra,
Que agoniza por interés
Y una gaviota cuentan que decidió
En acto suicida inmolarse en el sol
Ríe desprecios un barco que encalló
Y se desangra en su lecho la mar
Hagamos una revolución
Que nuestro lider sea el sol
Y nuestro ejercito sean mariposas
Por bandera otro amanecer
Y por conquista comprender
Que hay que cambiar
Las espadas por rosas
Mientras te quede aliento
Ve a buscar con el viento
Ayuda, pues apenas queda tiempo.
1 Comments:
At 5:52 a. m.,
Anónimo said…
Really amazing! Useful information. All the best.
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